Les dijo a los que vendían palomas: “¡Llévense esto de aquí! Dejad de hacer de la casa de mi Padre un mercado.”
Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: “El celo por vuestra casa me consumirá.”
Juan 2:16 -17
Por el P. Franz Berajano SJ
En esta tercera semana de Cuaresma, camino a la Pascua de Resurrección las lecturas de la liturgia de la Iglesia nos invitan a ver dónde tenemos puesto el foco de nuestra fe, es decir, el lugar que ocupa Dios – Padre en nuestra vida de fe y en el cotidiano vivir.
Jesús quiere participar de la fiesta de la pascua judía y por esa razón está en Jerusalén y se acerca al templo y el espectáculo que ve ahí no le gusta y reacciona con violencia hacia los mercaderes que vendían palomas y otros animales para las ofrendas en el templo: “¡Llévense esto de aquí! Dejad de hacer de la casa de mi Padre un mercado” es la frase lapidaria de Jesús. Pues hoy como ayer el templo de lugar de culto y encuentro con Dios se ha convertido en un espacio donde se acude para pedir favores a cambio de retribuir con ofrendas y sacrificios. Juego de intereses expresado en un culto vacío carentes de sentido y verdadera fe.
Y los discípulos recuerdan lo que estaba escrito “El celo por vuestra casa me consumirá.” Haciendo referencia al Salmo 69, 9 y en Jesús se irá concretando en otra manera de dar culto a Dios en cuanto a lugar y circunstancias.
En cuanto al lugar del culto a Dios ya no sólo es el templo, sin quitar su significado ni importancia para el pueblo fiel, sino que el lugar del culto a Dios es donde hay una celebración autentica de libertar, justicia y encuentro con Dios Padre-Madre. El culto que agrada a Dios no es de sacrificios ni holocaustos, sino de actos de solidaridad y justicia con el necesitado, con el marginado. Un verdadero encuentro con Dios nos debe llevar a que en nuestras vidas descubramos el rostro de Dios en nuestros hermanos, hermanas y nuestra casa común.
En las comunidades indígenas cuando la comunidad se reúne para la celebración de agradecimiento y petición al Dios Padre-Madre es un momento de encuentro de la comunidad para entrar en armonía con uno mismo, con los demás y con la creación. No estar en armonía no permite sanar las injusticias y por lo mismo muchas faltas seguirán impunes, tampoco permitirá la celebración en libertad para que el Espíritu de Dios se manifieste. Que nuestro Dios Padre-Madre nos permita este encuentro en armonía y solidaridad con los necesitados.
Escucha
Música católica zambiana
Despierta, oh durmiente
Reflexiona
¿Quién está haciendo hoy de este mundo -nuestra casa común- un mercado?
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Ora
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